Hoy en día, las enfermedades de salud mental, son un tema de suma importancia a nivel país, debido al aumento en las cifras, en la cual, según informes internacionales y encuestas nacionales han evidenciado que en Chile una gran parte de la población TIENE DEPRESIÓN, según el reporte “Depresión y otros Desórdenes Mentales Comunes” (2017) de la OMS, en nuestro país 844.253 personas mayores de 15 años padece depresión, es decir, el 5% de la población. Conforme a las estadísticas derivadas de la más reciente versión de la Encuesta Nacional de Salud (ENS) llevada a cabo por el Ministerio de Salud (MINSAL), alrededor de 6,2% de la población padece un cuadro de depresión, que afecta a cualquier persona sin importar edad o condición social. Asimismo, las mujeres son el grupo más afectado por esta patología, ya que 10,1% de ellas padece depresión, en contraste con apenas 2,1% de la población masculina. Esto puede relacionarse a que las mujeres suelen buscar ayuda médica en un mayor número, además de los cambios hormonales que ellas experimentan, las hacen más susceptibles de padecer depresión en algún momento de la vida.
Según la Organización mundial de la salud (OMS), la depresión es un trastorno mental frecuente, el cual está caracterizado por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración. Ello no sólo puede ser transitorio, ya que esta puede llegar a hacerse crónica o recurrente y dificultar sensiblemente el desempeño en el trabajo o la escuela y la capacidad para afrontar la vida diaria, e inclusive si ello no se trata con los profesionales correspondientes, puede conducir al suicidio, siendo esto la segunda causa de muerte en jóvenes de 15 a 29 años a nivel mundial.
Posibles causas que conllevan a depresión:
La combinación de cualquiera de estos factores puede producir cambios en nuestro cerebro y dificultades para adaptarnos a los eventos internos o externos, contribuyendo a que aparezcan síntomas depresivos.
Síntomas:
Para hacer el diagnóstico de depresión, necesitamos que los síntomas causen un malestar clínicamente significativo o generen algún deterioro en algún área importante de funcionamiento (como social u ocupacional).
En algunos episodios leves o incipientes, el funcionamiento puede resultar normal, pero el esfuerzo que realiza la persona para mantenerlo es notablemente mayor. Los síntomas tienen que estar presentes, durante por lo menos dos semanas, aunque lo habitual es que duren meses. Entre los síntomas depresivos encontramos:
Diagnóstico:
Resolviendo la interrogante de ¿Cómo saber si padezco depresión?, es necesario considerar e indagar en la historia del paciente, y ello es exclusivamente clínico, realizado por un profesional de la salud, en este caso,por un médico especialista en psiquiatría o por un psicólogo especialista en psicología clínica.
Para el diagnóstico de la depresión, el terapeuta o psicólogo, debe incluir una historia médica completa, considerando sus antecedentes personales y familiares, donde se vea cuándo empezaron los síntomas, su duración y también hay que hacer preguntas sobre el uso de drogas, alcohol o si el paciente ha pensado en el suicidio o la muerte. Además de, en la evaluación diagnóstica, incluir un examen del estado mental para determinar si los patrones de habla, pensamiento o memoria se han afectado.
Tratamiento:
El tratamiento contra la depresión es de dos tipos: farmacológico y psicoterapia.
Es indispensable al enfrentar cuadros de depresión, realizar trabajo preventivo que se pueda hacer para evitar que un paciente llegue a padecer este cuadro, especialmente si se trata de niños, niñas o adolescentes.
Para un tratamiento exitoso se debe considerar el ambiente que rodea a una persona que sufre depresión. La comprensión y el cariño de los familiares y circulo cercano es importante, como lo es la paciencia, puesto que la falta de ganas y motivación de los enfermos puede provocar la desesperación.
Dicho lo anterior, el tratamiento de la depresión tiene tres objetivos principales:
En primer lugar, los síntomas de tristeza, desesperanza, apatía, pérdida del interés y del placer, tienen que mejorar en el tiempo más breve. La mejoría de los síntomas debe acompañarse de la recuperación del nivel de funcionamiento psicosocial previo, por lo cual, la persona tiene que ser capaz de volver a trabajar, a relacionarse con sus amigos, a cuidar de sí misma y de su familia y a volver a disfrutar de la vida.
En el transcurso del tratamiento se suele sugerir y no ordenar actividades, asimismo, proponer y no imponer conversaciones. Estos elementos son apoyos básicos a la terapia impuesta por los profesionales, con el fin de lograr adherencia y continuidad del tratamiento, ya que ello corresponde a uno de los problemas más importantes que se suelen presentar en este grupo, que es el abandono de las terapias, por lo que es fundamental motivarlos a seguir el tratamiento hasta el final y junto con ello lograr la estabilidad emocional de la persona.